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miércoles, 23 de octubre de 2024

¡Bienvenidos!

En la mayoría de casos, investigar acerca ciertos temas, puede llegar a ser bastante agobiante, especialmente cuando es necesario disectar cada parte de una materia para luego investigar cada sección e intentar digerir todos los distintos y extensos textos de diversos sitios web que nos podemos encontrar en el internet acerca los temas relacionados hacia la materia de Ortografía.

Es por esta misma situación tan estresante que les presentaremos este blog informativo, donde podremos encontrar cada uno de los diversos temas fundamentales y esenciales que debemos de profundizar para mantener una correcta escritura y gramática a la hora de escribir textos.



Tema

Definición

Ejemplos

Sustantivos

“Un sustantivo es una categoría gramatical o clase de palabra que se utiliza para nombrar un objeto, sujeto, lugar, concepto.”

“Juan, auto, casa, Buenos Aires.”

Adjetivos

“El adjetivo es una clase de palabra que califica al sustantivo en la oración, aporta información adicional o complementa su significado. El adjetivo se coloca antes o después del sustantivo, concordando en género y número.”

Bello, Alto, feliz, hermosa, grande, apestoso, etc.

Adverbios

“Los adverbios son palabras que modifican principalmente a verbos, puesto que hacen referencia a las circunstancias de las acciones. También pueden complementar a adjetivos, a otros adverbios y modificar oraciones enteras.”

“Lentamente, mal, después, hoy, muy.”

Preposiciones

“Las preposiciones son cierto tipo invariable de palabras, de significado enteramente gramatical, cuya función dentro de la oración es expresar la relación que existe entre otros dos o más términos.”


Ante, bajo, con, sin, contra, en, entre, etc.

Conjunciones

“Las conjunciones son aquellas palabras que unen otras palabras, enunciados u oraciones.”

y, sino, pero, o, porque.

Pronombres

“Los pronombres son aquellas palabras que pueden reemplazar a un sustantivo o un sintagma nominal y desempeñar su función sintáctica. Es decir, los pronombres son palabras que sirven para referirse a una persona, animal o cosa sin nombrarlos.”

Ella, él, ellos, eso, etc.

Verbos

“Los verbos son aquellas palabras que expresan una acción, existencia o estado (de ser) en una oración. Son las palabras que nos dicen qué está haciendo el sujeto de una oración y funcionan como núcleo de la oración.”

Saltó, sonreí, nadé, etc.


En el siguiente texto encontrarás 20 ejemplos de cada uno de los siguientes temas:

1. Sustantivos

2. Adjetivos

3. Adverbios

4. Preposiciones

5. Conjunciones

6. Pronombres

7. Verbos.

8. Uso correcto de la “b”, “v”, “ll”,” y”, ”s”, ”c”, ”z” y “h

 


 

1984 – George Orwell

Era un día luminoso y frío de abril y los relojes daban las trece. Winston Smith, con la

barbilla clavada en el pecho en su esfuerzo por burlar el molestísimo viento, se deslizó rápidamente

por entre las puertas de cristal de las Casas de la Victoria, aunque no con la suficiente rapidez para

evitar que una ráfaga polvorienta se colara con él.

El vestíbulo olía a legumbres cocidas y a esteras viejas. Al fondo, un cartel de colores,

demasiado grande para hallarse en un interior, estaba pegado a la pared. Representaba sólo un

enorme rostro de más de un metro de anchura: la cara de un hombre de unos cuarenta y cinco años

con un gran bigote negro y facciones hermosas y endurecidas. Winston se dirigió hacia las

escaleras. Era inútil intentar subir en el ascensor. No funcionaba con frecuencia y en esta época la

corriente se cortaba durante las horas de día. Esto era parte de las restricciones con que se preparaba

la Semana del Odio. Winston tenía que subir a un séptimo piso. Con sus treinta y nueve años y una

úlcera de varices por encima del tobillo derecho, subió lentamente, descansando varias veces. En

cada descansillo, frente a la puerta del ascensor, el cartelón del enorme rostro miraba desde el muro.

Era uno de esos dibujos realizados de tal manera que los ojos le siguen a uno adondequiera que esté.

EL GRAN HERMANO TE VIGILA, decían las palabras al pie.

Dentro del piso una voz llena leía una lista de números que tenían algo que ver con la

producción de lingotes de hierro. La voz salía de una placa oblonga de metal, una especie de espejo

empeñado, que formaba parte de la superficie de la pared situada a la derecha. Winston hizo

funcionar su regulador y la voz disminuyó de volumen aunque las palabras seguían distinguiéndose.

El instrumento (llamado teidoatítalia) podía ser amortiguado, pero no había manera de cerrarlo del

todo. Winston fue hacia la ventana: una figura pequeña y frágil cuya delgadez resultaba realzada

por el «mono» azul, uniforme del Partido. Tenía el cabello muy rubio, una cara sanguínea y la piel

embastecida por un jabón malo, las romas hojas de afeitar y el frío de un invierno que acababa de

terminar.

Afuera, incluso a través de los ventanales cerrados, el mundo parecía frío. Calle abajo se

formaban pequeños torbellinos de viento y polvo; los papeles rotos subían en espirales y, aunque el

sol lucía y el cielo estaba intensamente azul, nada parecía tener color a no ser los carteles pegados

por todas partes. La cara de los bigotes negros miraba desde todas las esquinas que dominaban la

circulación. En la casa de enfrente había uno de estos cartelones. EL GRAN HERMANO TE

VIGILA, decían las grandes letras, mientras los sombríos ojos miraban fijamente a los de Winston.

En la calle, en línea vertical con aquél, había otro cartel roto por un pico, que flameaba

espasmódicamente azotado por el viento, descubriendo y cubriendo alternativamente una sola

palabra: INGSOC. A lo lejos, un autogiro pasaba entre los tejados, se quedaba un instante colgado

en el aire y luego se lanzaba otra vez en un vuelo curvo. Era de la patrulla de policía encargada de

vigilar a la gente a través de los balcones y ventanas. Sin embargo, las patrullas eran lo de menos.

Lo que importaba verdaderamente era la Policía del Pensamiento.

A la espalda de Winston, la voz de la telepantalla seguía murmurando datos sobre el hierro y

el cumplimiento del noveno Plan Trienal. La telepantalla recibía y transmitía simultáneamente.

Cualquier sonido que hiciera Winston superior a un susurro, era captado por el aparato. Además,

mientras permaneciera dentro del radio de visión de la placa de metal, podía ser visto a la vez que

oído. Por supuesto, no había manera de saber si le contemplaban a uno en un momento dado. Lo

único posible era figurarse la frecuencia y el plan que empleaba la Policía del Pensamiento para

controlar un hilo privado. Incluso se concebía que los vigilaran a todos a la vez. Pero, desde luego,

podían intervenir su línea de usted cada vez que se les antojara. Tenía usted que vivir —y en esto el

hábito se convertía en un instinto— con la seguridad de que cualquier sonido emitido por usted

 


 

sería registrado y escuchado por alguien y que, excepto en la oscuridad, todos sus movimientos

serían observados.

Winston se mantuvo de espaldas a la telepantalla. Así era más seguro; aunque, como él sabía

muy bien, incluso una espalda podía ser reveladora. A un kilómetro de distancia, el Ministerio de la

Verdad, donde trabajaba Winston, se elevaba inmenso y blanco sobre el sombrío paisaje. «Esto es

Londres», pensó con una sensación vaga de disgusto; Londres, principal ciudad de la Franja aérea 1,

que era a su vez la tercera de las provincias más pobladas de Oceanía. Trató de exprimirse de la

memoria algún recuerdo infantil que le dijera si Londres había sido siempre así. ¿Hubo siempre

estas vistas de decrépitas casas decimonónicas, con los costados revestidos de madera, las ventanas

tapadas con cartón, los techos remendados con planchas de cinc acanalado y trozos sueltos de tapias

de antiguos jardines? ¿Y los lugares bombardeados, cuyos restos de yeso y cemento revoloteaban

pulverizados en el aire, y el césped amontonado, y los lugares donde las bombas habían abierto

claros de mayor extensión y habían surgido en ellos sórdidas colonias de chozas de madera que

parecían gallineros? Pero era inútil, no podía recordar: nada le quedaba de su infancia excepto una

serie de cuadros brillantemente iluminados y sin fondo, que en su mayoría le resultaban

ininteligibles.

El Ministerio de la Verdad —que en neolengua (La lengua oficial de Oceanía) se le llamaba el

Minver—era diferente, hasta un extremo asombroso, de cualquier otro objeto que se presentara a la

vista. Era una enorme estructura piramidal de cemento armado blanco y reluciente, que se elevaba,

terraza tras terraza, a unos trescientos metros de altura. Desde donde Winston se hallaba, podían

leerse, adheridas sobre su blanca fachada en letras de elegante forma, las tres consignas del Partido:

LA GUERRA ES LA PAZ

LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD

LA IGNORANCIA ES LA FUERZA

 

Se decía que el Ministerio de la Verdad tenía tres mil habitaciones sobre el nivel del suelo y

las correspondientes ramificaciones en el subsuelo. En Londres sólo había otros tres edificios del

mismo aspecto y tamaño. Éstos aplastaban de tal manera la arquitectura de los alrededores que

desde el techo de las Casas de la Victoria se podían distinguir, a la vez, los cuatro edificios. En ellos

estaban instalados los cuatro Ministerios entre los cuales se dividía todo el sistema gubernamental.

El Ministerio de la Verdad, que se dedicaba a las noticias, a los espectáculos, la educación y las

bellas artes. El Ministerio de la Paz, para los asuntos de guerra. El Ministerio del Amor, encargado

de mantener la ley y el orden. Y el Ministerio de la Abundancia, al que correspondían los asuntos

económicos. Sus nombres, en neolengua: Miniver, Minipax, Minimor y Minindantia.

El Ministerio del Amor era terrorífico. No tenía ventanas en absoluto. Winston nunca había

estado dentro del Minimor, ni siquiera se había acercado a medio kilómetro de él. Era imposible

entrar allí a no ser por un asunto oficial y en ese caso había que pasar por un laberinto de caminos

rodeados de alambre espinoso, puertas de acero y ocultos nidos de ametralladoras. Incluso las calles

que conducían a sus salidas extremas, estaban muy vigiladas por guardias, con caras de gorila y

uniformes negros, armados con porras.

Winston se volvió de pronto. Había adquirido su rostro instantáneamente la expresión de

tranquilo optimismo que era prudente llevar al enfrentarse con la telepantalla. Cruzó la habitación

hacia la diminuta cocina. Por haber salido del Ministerio a esta hora tuvo que renunciar a almorzar


 

en la cantina y en seguida comprobó que no le quedaban víveres en la cocina a no ser un mendrugo

de pan muy oscuro que debía guardar para el desayuno del día siguiente. Tomó de un estante una

botella de un líquido incoloro con una sencilla etiqueta que decía: Ginebra de la Victoria. Aquello

olía a medicina, algo así como el espíritu de arroz chino. Winston se sirvió una tacita, se preparó los

nervios para el choque, y se lo tragó de un golpe como si se lo hubieran recetado.

Al momento, se le volvió roja la cara y los ojos empezaron a llorarle. Este líquido era como

ácido nítrico; además, al tragarlo, se tenía la misma sensación que si le dieran a uno un golpe en la

nuca con una porra de goma. Sin embargo, unos segundos después, desaparecía la incandescencia

del vientre y el mundo empezaba a resultar más alegre. Winston sacó un cigarrillo de una cajetilla

sobre la cual se leía: Cigarrillos de la Victoria, y como lo tenía cogido verticalmente por

distracción, se le vació en el suelo. Con el próximo pitillo tuvo ya cuidado y el tabaco no se salió.

Volvió al cuarto de estar y se sentó ante una mesita situada a la izquierda de la telepantalla. Del

cajón sacó un portaplumas, un tintero y un grueso libro en blanco de tamaño in—quarto, con el

lomo rojo y cuyas tapas de cartón imitaban el mármol.

Por alguna razón la telepantalla del cuarto de estar se encontraba en una posición insólita. En

vez de hallarse colocada, como era normal, en la pared del fondo, desde donde podría dominar toda

la habitación, estaba en la pared más larga, frente a la ventana. A un lado de ella había una alcoba

que apenas tenía fondo, en la que se había instalado ahora Winston. Era un hueco que, al ser

construido el edificio, habría sido calculado seguramente para alacena o biblioteca. Sentado en

aquel hueco y situándose lo más dentro posible, Winston podía mantenerse fuera del alcance de la

telepantalla en cuanto a la visualidad, ya que no podía evitar que oyera sus ruidos. En parte, fue la

misma distribución insólita del cuarto lo que le indujo a lo que ahora se disponía a hacer.

Pero también se lo había sugerido el libro que acababa de sacar del cajón. Era un libro

excepcionalmente bello. Su papel, suave y cremoso, un poco amarillento por el paso del tiempo, por

lo menos hacía cuarenta años que no se fabricaba. Sin embargo, Winston suponía que el libro tenía

muchos años más. Lo había visto en el escaparate de un establecimiento de compraventa en un

barrio miserable de la ciudad (no recordaba exactamente en qué barrio había sido) y en el

mismísimo instante en que lo vio, sintió un irreprimible deseo de poseerlo. Los miembros del

Partido no deben entrar en las tiendas corrientes (a esto se le llamaba, en tono de severa censura,

«traficar en el mercado libre»), pero no se acataba rigurosamente esta prohibición porque había

varios objetos como cordones para los zapatos y hojas de afeitar— que era imposible adquirir de

otra manera. Winston, antes de entrar en la tienda, había mirado en ambas direcciones de la calle

para asegurarse de que no venía nadie y, en pocos minutos, adquirió el libro por dos dólares

cincuenta. En aquel momento no sabía exactamente para qué deseaba el libro. Sintiéndose culpable

se lo había llevado a su casa, guardado en su cartera de mano. Aunque estuviera en blanco, era

comprometido guardar aquel libro.

Lo que ahora se disponía Winston a hacer era abrir su Diario. Esto no se consideraba ilegal

(en realidad, nada era ilegal, ya que no existían leyes), pero si lo detenían podía estar seguro de que

lo condenarían a muerte, o por lo menos a veinticinco años de trabajos forzados. Winston puso un

plumín en el portaplumas y lo chupó primero para quitarle la grasa. La pluma era ya un instrumento

arcaico. Se usaba rarísimas veces, ni siquiera para firmar, pero él se había procurado una,

furtivamente y con mucha dificultad, simplemente porque tenía la sensación de que el bello papel

cremoso merecía una pluma de verdad en vez de ser rascado con un lápiz tinta. Pero lo malo era que

no estaba acostumbrado a escribir a mano. Aparte de las notas muy breves, lo corriente era

dictárselo todo al hablescribe, totalmente inadecuado para las circunstancias actuales. Mojó la

pluma en la tinta y luego dudó unos instantes. En los intestinos se le había producido un ruido que

podía delatarle. El acto trascendental, decisivo, era marcar el papel. En una letra pequeña e inhábil

escribió:


 Las palabras homófonas:


Con la siguiente sopa de letras podrás reforzar los temas aprendidos, presiona para marcar las letras de las palabras que encuentres:

Sustantivos / Adjetivos / Adverbios / Preposiciones / Conjunciones / Verbos

Sopa de Letras

E C O N J U N C I O N E S S
H G S N T H A E S D J O A U
A J I S H U D S K X O R X S
D R P O U X J F Y C S A U Y
V W A E S S E O O I H C V A
E Y P S U F T I J D R I R N
R J U D S V I A U C D J E I
B D D I T E V X N V A F V D
I X R T A R O C V T F T F G
O V E R B O S R D S I O R V
S W E T S D Y J N O C V Y L
Y A S D Z P R E P Y A I O I
V P R E P O S I C I O N E S
F Q O R H O L A S T E S E O
 

Signos ortográficos:

Estos peculiares signos, son pequeñas gráficas que proporcionan estructura, contexto y claridad a cualquier clase de oración. Mayormente proporcionan pausas para que el lector distinga  el contexto dentro de una oración.

Estás gráficas siendo:

La coma (,):

1.-Se utiliza para separar oraciones con el mismo valor gramatical.

2.- Para separar palabras de una enumeración dentro de un mismo enunciado.

El punto (.):

Señalar gráficamente el final de un enunciado 

El punto y coma (;):

"Separa los elementos de una enumeración cuando se trata de expresiones complejas que incluyen comas o son demasiado extensas".

Las comillas (" "):

Enmarcar citas textuales, resaltar palabras o expresiones, o delimitar títulos

Paréntesis ( ): 

Para insertar una información complementaria o aclaratoria en medio de una frase

Signos de exclamación (¡!):

Se utilizan para expresar sentimientos fuertes, como alegría, enojo, asombro, sorpresa, exasperación, súplica, mandato, deseo, etc. 

Signos de interrogación (¿?):

Para indicar que una oración es una pregunta y que se debe leer con entonación interrogativa.

Cuestionario

Contesta lo siguiente:


  • A Continuación realizarás el cuestionario utilizando las comas, puntos, paréntesis y punto y coma.
      


  • No te preocupes, no te mostraré tus resultado, pera que no llores al ver que apestas en la ortografía.

Imagen1



LAS MAYUSCULAS

Mayúsculas en:

Su uso:

Ejemplos:

Los nombres propios.

Esto es fundamental para la ortografía, ya que nos apoya a diferenciar cuando nos estamos refiriendo a una persona o lugar específico.

Palabras inician con mayúsculas: nombres, apellidos y lugares (países, estados, etc.).

·         Juan,

·         México.

·         Esmeralda.

·         Gómez.

·         Argentina.

Los nombres de instituciones.

Nombres oficiales de cada institución debe de llevar a cabo el régimen que nos proporciona la lengua española, esto siendo: agregar mayúscula para cada palabra de la oración, mientras no sea preposición o conjunción.

·         Real Academia Española (RAE).

·         Instituto Mexicano del Seguro Social (IMMS).

·         Servicio de Administración Tributaria (SAT)

Los nombres jerárquicos.

Estos siendo nombres de algún cargo superior o título que mantiene un ejemplar, y esto es relevante para diferenciar a una persona común a otra con una cierta postura.

Pero “En la última (2010) reforma que la Real Academia Española le hizo a nuestro idioma, les quitó las mayúsculas iniciales a las palabras que hacen parte de los cargos y títulos nobiliarios, de jerarquía y dignidad” (Rincón, 2019)

·         El rey Felipe VI nació en Madrid, España.

·         El presidente de un país es la máxima autoridad de un Gobierno.

·         El presidente Iván Duque Márquez se pronunció ante la OEA.


LA ACENTUACIÓN

Para iniciar con el tema, debemos destacar que todas las palabras tienen un acento, pero no todas las palabras llevan tildes; ¿pero qué palabras debemos acentuar? Para esto primero debemos definir lo que es una “sílaba tónica”, la sílaba tónica es aquella peculiar sílaba que se pronuncia con más fuerza, es decir, a la hora de expresarnos oralmente, toda palabra tendrá una parte que se pronunciará fuerte (esta siendo la sílaba tónica).

Existen cuatro clases de palabras; las agudas, las graves, las esdrújulas y las sobreesdrújulas.

Agudas

“Las palabras agudas son aquellas cuya sílaba tónica (es decir, la que se pronuncia con mayor intensidad) es la última. Por ejemplo: café, limón, ayer.

Estas palabras pueden tener dos, tres, cuatro o más sílabas, puesto que la única condición es que la sílaba de mayor énfasis sea la última. Por ejemplo: volver, alcanzar, información, recuperación.” (Ribas, 2015)

 

Graves

“Las palabras llanas (también llamadas palabras graves) son aquellas cuya sílaba tónica (es decir, la que se pronuncia con mayor intensidad) es la penúltima. Por ejemplo: hábil, sapo, cortina.

Estas palabras pueden tener dos, tres, cuatro o más sílabas, puesto que la única condición es que la sílaba de mayor énfasis sea la penúltima. Por ejemplo: marca, estepa, repentino, aeropuerto.” (Ribas, Enciclopedia de Ejemplos, 2024)

Esdrújulas

“Las palabras esdrújulas son aquellas cuya sílaba tónica (la que se pronuncia con mayor énfasis) es la antepenúltima. Este tipo de palabras siempre lleva tilde. Por ejemplo: teléfono, brújula, célula.

Por eso, para que una palabra sea esdrújula, es necesario que tenga al menos tres sílabas. Por ejemplo: página, rótulo, pájaro.” (Ribas, Enciclopedia de Ejemplos, 2024)

Sobreesdrújulas

Las palabras sobreesdrújulas son aquellas cuya sílaba tónica (la que se pronuncia con mayor énfasis) se encuentra en una posición anterior a la antepenúltima sílaba. Por ejemplo: débilmente, repítemelo, mecánicamente.

Estas palabras siempre tienen como mínimo cuatro sílabas, por eso son muy poco frecuentes en español. (Ribas, Enciclopedia de Ejemplos, 2015)

 



En este video podrás visualizar el uso correcto y cada clase de los tipos de acentuación.

Bibliografía

Artmann, P. (26 de Agosto de 2022). ÁrbolABC.com. Obtenido de https://arbolabc.com/recursos/verbos

Etecé, E. (13 de agosto de 2024). Concepto. Obtenido de https://concepto.de/sustantivo/

Etecé, E. (12 de Septiembre de 2024). Concepto. Obtenido de https://concepto.de/preposiciones/

Giani, C. (25 de Octubre de 2024). Enciclopedia del Lenguaje. Obtenido de https://lenguaje.com/adverbios/

Vicente, E. A. (11 de Julio de 2024). Enciclopedia Significado. Obtenido de https://www.significados.com/adjetivo/

 G., J. L. (04 de 10 de 2024). Fundéu RAE. Obtenido de https://www.fundeu.es/recomendacion/los-nombres-de-la-instituciones-mayuscula/

Ramírez, O. C. (01 de Noviembre de 2019). About Español. Obtenido de https://www.aboutespanol.com/mayusculas-en-los-nombres-propios-2879667

Rincón, D. L. (01 de Noviembre de 2019). UPB. Obtenido de https://www.upb.edu.co/es/central-blogs/ortografia/iniciales-cargos-y-titulos

Ribas, N. (19 de Marzo de 2015). Enciclopedia de Ejemplos. Obtenido de https://www.ejemplos.co/palabras-agudas/

Ribas, N. (25 de Octubre de 2024). Enciclopedia de Ejemplos. Obtenido de https://www.ejemplos.co/100-ejemplos-de-palabras-llanas/

 

 

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